La Puerta Fortificada

Entre el patrimonio arquitectónico civil de Palenzuela, destaca el edificio del Ayuntamiento, en la Plaza Mayor. Los dos cuerpos claramente diferenciados, la Torre del Reloj de piedra y el ala de oficinas de ladrillo, componen un inmueble singular por sí mismo, pero que también oculta una imponente construcción: la Puerta Fortificada de la muralla, entrada principal del pueblo. Además, el muro que cierra el soportal es un fragmento de lienzo de la cerca, de más de metro y medio de grosor.


Aspecto de la Torre del Reloj

No conocemos la historia de la muralla de Palenzuela, ni tampoco la de sus puertas. El pueblo poseyó una cerca de casi dos metros de espesor, con un núcleo de tapia revestido de mampuestos y sillarejo; la puerta principal estaba situada en la zona norte, donde llegaba el camino que conducía a Burgos. Estaba y está realizada en una sólida fábrica de sillares pétreos.


Interior de la Torre-Puerta

Es muy posible que el baluarte perdiera su utilidad ya durante la Edad Moderna, al quedar demasiado dentro del casco urbano de la villa (quizás en este momento es cuando empiezan a adosarse otras edificaciones), y su función fuera asumida por otra puerta de menor envergadura, no fortificada, muy similar a la que se conserva en la parte baja del pueblo, junto al puente. El emplazamiento de esta otra puerta se localiza gracias a sus vestigios pétreos, englobados en otras construcciones, pero también observando el plano del pueblo y su “zona de expansión”, cuyo nombre actual, Barrio Nuevo, es suficientemente explícito.

A mediados del siglo XIX, probablemente al tiempo que la iglesia de Santa Eulalia pierde su condición de parroquia y se cierra al culto, se toma la iniciativa de instalar un reloj con campana sobre el baluarte; hasta entonces, fue dicha iglesia la que hacía las funciones de reloj de la villa, instalado en su torre, y de archivo del concejo. La obra se debe al licenciado Santiago Jalón, alcalde a la sazón de la villa, como reza la inscripción que se encuentra en la espadaña, y el encargado de llevarla a cabo fue Manuel Carrillo.


Interior de la Torre-Puerta

Probablemente fue también en este momento cuando se realizó el cuerpo de fábrica de ladrillo para uso municipal como oficinas, archivo y cárcel, y es casi seguro que esta última función ya se realizaba con anterioridad en los espacios interiores de la puerta.

De la época más reciente del edificio, queda el recuerdo de su uso como vivienda, hasta que una importante reforma le dio el aspecto actual, con uno de los pasos secundarios reabierto (como ventana) y con las estructuras de madera internas que ascienden hasta el reloj.

En el interior del edificio puede apreciarse perfectamente la estructura de la puerta, con su gran arco apuntado abovedado. También se conservan las jambas de las dos puertas que poseyó, que se sujetaron posiblemente en goznes de madera. En dirección perpendicular al sentido de entrada y salida existieron dos accesos secundarios más pequeños, también en forma de arco apuntado, que posibilitaban el paso de viandantes; de este modo, se podía controlar el tráfico de mercancías y cobrar los impuestos correspondientes.


Interior de la Torre-Puerta

En lo más alto se encuentra el reloj, cuya campana suena cada media hora. Se conserva, aunque en mal estado e inutilizada, la maquinaria que el célebre relojero palentino Moisés Díez realizó a principios del siglo XX; en la actualidad, es un dispositivo eléctrico el que hace funcionar las manecillas y acciona la campana.


Maquinaria del antiguo reloj


Puerta de Sasamón

Podemos hacernos una idea del aspecto original de la puerta gracias a las que se conservan en Sasamón y Santa María del Campo, en Burgos, y en Dueñas y Astudillo, en Palencia. Las puertas fortificadas solían adelantarse a la línea de muralla, a modo de torreón; algunas poseyeron rastrillo que se elevaba, matacanes u otros elementos militares de uso defensivo; las más de ellas tenían dos pares de puertas de madera, que se ajustaban a su marco a través de goznes labrados en la propia piedra o de orificios practicados en jácenas de madera que delimitaban su contorno. Habitualmente, sobre las hojas exteriores se volteaba un arco-bóveda de cañón, de directriz circular o apuntada, de altura variable, sobre el que existía un almenado y un paso de ronda, al que se podía acceder por escaleras hechas de piedra o de madera, o talladas en el propio volumen del torreón.

El interior de la puerta será rehabilitado por fases, y albergará el nuevo Museo de Palenzuela.